En estos últimos días a causa del monotema asociada al contagio del COVID-19 (SARS–CoV-2), hemos visto como diferentes “profesionales” y personas ajenas al mundo de las ciencias de la salud o la nutrición se encuentran realizando recomendaciones de una inmensa cantidad de suplementos o guías nutricionales para poder así evitar el contagio. Muchas de ellas con afirmaciones tajantes del tipo “se trata de sustancias que mejorarán en gran medida el sistema inmunológico”, pero ¿Qué hay de cierto en todo esto?
En este articulo no tocaremos de forma directa cada suplemento de forma explícita y no entraremos en el debate si puede ayudar o no a prevenir el contagio, ya que no existen datos suficientes o concluyentes para afirmar tal cosa y sería lanzar hipótesis por lanzar. Es decir, si un suplemento en “x” contexto ayuda a “mejorar” o a mantener un sistema inmunológico de forma óptima, mejor dicho, no quiere decir que nos ayude a no contagiarnos de este nuevo coronavirus. Es más, que un suplemento ayude a paliar una situación de estrés o mitigue una deficiencia de forma aguda, no indica que estos cambios sean clínicamente relevantes en el largo plazo. Al final como pequeño “spoiler” de este apartado, sería educar y proporcionar al atleta conocimiento y empoderamiento a la hora de elaborar protocolos efectivos junto a una obtención de herramientas que hagan la alimentación una base consagrada en su carrera deportiva. Aún así, aportaremos datos de utilidad sobre el sistema inmunológico en el deporte y en el atleta de élite.
En cuanto este tema, sabemos que un atleta “enfermo” o que no se encuentra bien, es un atleta que no compite o que no puede entrenar a su máximo nivel o capacidad.
Es por ello por lo que gracias a diferentes estudios podemos observar que los atletas internacionales con menor prevalencia y duración de infecciones son precisamente los que más medallas consiguen y mejor rendimiento obtienen a lo largo de la temporada deportiva (ya que les permite alcanzar un volumen e intensidad de entrenamiento mayor y conseguir las tan ansiadas adaptaciones en el ejercicio).
En estudios observacionales de tres años de duración, en 322 atletas olímpicos, aproximadamente el 70% de las enfermedades registradas por el personal médico resultaron en “pérdida de tiempo” (ausencia total) del entrenamiento y la competencia y las enfermedades restantes resultaron en “restricción de rendimiento”.
Otros datos de utilidad es que aproximadamente 1/3 el tiempo perdido de los entrenamientos corresponde a las infecciones, entre ellas y las de mayor prevalencia las de la infección de las vías respiratorias superiores (URI en inglés).
Todo esto encontrándose relacionado con múltiples variables entre ellas la excesiva carga de entrenamiento, viendo que a mayor carga, sobre todo cuando coexisten con otras variables confusoras como puede ser un mal e inadecuado descanso, mala alimentación, infranutrición en la mayoría de casos cursando con una baja disponibilidad energética crónica a causa de una baja ingesta de macronutrientes y micronutrientes, sabiendo que son esenciales para las diferentes reacciones, síntesis y correcto funcionamiento del sistema inmunológico y células que lo componen.
Además de contar con los distintos viajes de larga duración, ambientes y climas diferentes al de entrenamiento, diferencia horaria, estrés, ansiedad y nerviosismo de competición, higiene inadecuada etc…
Factores que disminuyen o empeoran el sistema inmunológico en el atleta (Neil P. Walsh 2018)
Sin olvidar que todos estos procesos no se producen de forma aguda, sino a lo largo del tiempo como hemos comentado anteriormente y de forma multifactorial. Por ello dar la importancia suficiente a la recuperación post ejercicio para evitar el denominado “síndrome de sobreentrenamiento” y que este pueda ser incompatible con un funcionamiento del sistema inmunológico adecuado (añadiendo un estresor más aun a nuestro cuerpo).
Índice de adaptación / rendimiento a causa de una adecuada / inadecuada recuperación ( Nieman y Hazels 2017)
Curva en forma de S en atletas de elite y en forma de J en atletas recreacionales o sub-elite relacionado con la carga de entrenamiento y la enfermedad (Schwellnus et al. 2016).
Para todo esto es indispensable conocer conceptos acerca de nuestra barrera de defensa o sistema protector. Como la capacidad del sistema inmunitario para deshacerse de virus, bacterias y otros patógenos, denominada como resistencia, dependiendo esta intrínsecamente de un suministro adecuado de energía de diferentes fuentes como principales combustibles; glucosa, aminoácidos y ácidos grasos.
Aunque no solo la resistencia al patógeno es importante, según los inmunólogos otro concepto el cual es también muy interesante es de “tolerancia”, este es el proceso que definiría el grado de respuesta del sistema inmune al patógeno, es decir utilizando la metáfora de un castillo, los habitantes del castillo realizan diversas tareas a lo largo del día, incluida la reparación de los muros, actividad laboral y la distribución de alimentos. Al mismo tiempo, deben decidir si vale la pena realizar una batalla y las armas apropiadas para ella. El equivalente con el sistema inmunológico sería el de “elegir sabiamente las batallas”. La clave para una tolerancia efectiva se trata de una respuesta inmune proporcional al riesgo existente, donde quizás una respuesta inmune exagerada puede causar daño tisular excesivo y asignar recursos energéticos totalente innecesarios, alejándolo de las funciones vitales y viceversa, una respuesta inmune débil por otra parte aumentaría la susceptibilidad de daño por el patógeno.
La homeostasis se logra mediante un equilibrio adecuado entre resistencia y tolerancia, lo que nos permite combatir las infecciones donde las señales indican que es estrictamente necesario, pero manteniendo una relación saludable con las bacterias mutualistas en nuestro intestino.
Este modelo ayuda a explicar porque algunos suplementos nutricionales tienen efectos tolerogénicos y podrían reducir la carga de infección en atletas sanos (por ejemplo, menor gravedad y duración). Claramente, ya no es suficiente preguntar solo si una intervención nutricional evitará que el atleta enferme, tal vez sea más pertinente preguntar: ¿La intervención nutricional reducirá el tiempo y en que grado enfermará el atleta?
Relación entre resistencia y tolerancia
Es por ello remarcar el papel inmunomodulador de la nutrición y el ejercicio siendo tremendamente importante en estos diferentes procesos, interviniendo de forma directa en la proliferación celular en la síntesis de ADN y ARN, suministrando adecuadamente los aminoácidos para la producción de proteínas tales como inmunoglobulinas, citocinas y proteínas plasmáticas.
Sabiendo además de la influencia de la restricción nutricional severa (Marasmo) y la desnutrición proteico-calórica (Kwashiorkor) sobre la inmunidad y la mortalidad relacionada con la infección en los países subdesarrollados (Woodward, 1998).
La restricción energética severa también puede influir en la inmunidad a través del eje hipotalámico-pituitario-adrenal y el aumento de las hormonas del estrés. Los micronutrientes también juegan un papel importante en la síntesis de nucleótidos y ácidos nucleicos ( Hierro, zinc y magnesio) así como en diferentes antioxidantes que limitan el daño tisular (Vitaminas C y E). Probablemente siendo de vital importancia durante un gran esfuerzo o infección cuando existe un aumento del estrés oxidativo (la suplementación en cuanto antioxidantes sigue siendo un tema bastante controvertido, por regla general en cuanto búsqueda de adaptaciones está totalmente desaconsejado su uso, otro contexto o caso diferente podría ser durante una enfermedad, lesión y/o durante competición).
Algunos de estos micronutrientes pueden influir directamente en las funciones de las células inmunes al regular la expresión génica (Vitamina D), disminuir riesgo de fracturas y osteoporosis (metabolismo del calcio y hueso) además de reducir el riesgo de infeccion de las vías aéreas superiores gracias a su potente efecto antiinflamatorio junto a una mejora de la inmunidad innata a través de la inducción de proteínas antimicrobianas, con efectos tolerogénicos evitando precisamente respuestas inmunes excesivamente excesivas después de la activación de las células T.
La suplementación de esta vitamina puede ser una herramienta de utilidad en el caso que exista deficiencia (normalmente latitudes altas, sobrepeso u obesidad, piel oscura, invierno y en el caso de que no tengamos exposición solar suficiente durante el año).
Otros suplementos o sustancias que podrían ser de utilidad serian los prebióticos y probióticos, ya que estos pueden influir indirectamente en la inmunidad modificando la microbiota intestinal siendo este un campo donde falta mucho por investigar.
En cuanto a un alimento que ha pasado desapercibido cuando hablamos del sistema inmunológico seria la proteína de suero de leche (Whey protein) por su alto contenido en péptidos con diferentes propiedades bioactivas.
- Mejorando la inmunidad innata (función de los neutrófilos) dos de sus principales proteínas : a-lactoalbúmina y β-lactoglobulina,
- Función mejorada de macrófagos a través de un tripéptido de glicina-leucina-fenilalanina derivada de a-lactoalbúmina.
- Contenido en aminoácidos como la glutamina, también con cierta evidencia en la disminución de problemas en las vías respiratorias en corredores de maráton post carrera (aunque la metodología del estudio no es la mejor). Aún así la proteína de suero de leche seria un alimento rica en este aminoácido.
- Además de muchos de los efectos de la proteína de suero relacionados con el cáncer debido a su alto contenido en cisteína, relacionada con la sintesís de glutatión (potente antioxidante endógeno) y la acción de la lactoferrina, ejerciendo en estudios in vitro la muerte en las células tumorales y ejerciendo mecanismos de protección contra el cáncer en las células de melanoma, cáncer de mama, estómago, linfoma y diferentes células y pólipos de cáncer colorrectal.
A través de esta nueva perpectiva, se requiere mucha más investigación que demuestre los beneficios de los suplementos nutricionales tolerogénicos candidatos para reducir la carga de infección en los atletas, sin atenuar las adaptaciones al entrenamiento y los efectos secundarios. Al considerar la suplementación nutricional, los atletas deben verificar que el suplemento provenga de una fuente confiable y sea probado por un programa de garantía de calidad establecido y no dejarse llevar por modas ni evidencia no concluyente. Existiendo en el mercado un gran número de suplementos que todos funcionan en el apartado mecanicista, pero con poca aplicabilidad en el mundo práctico y en muchos casos al no estar prescritos o aconsejados por profesionales de la salud / dietistas nutricionistas, ocasionando finalmente más perjuicios que beneficios. Aún así la nutrición seria solo una parte del puzle, pues el descanso, exposición solar adecuada, no fumar, limitar consumo de alcohol, controlar y gestionar el estrés, realizar actividad física y ejercicio de alta intensidad, mantener una composición corporal óptima etc… todo eso es lo que cuenta.
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Autor:
Marcos Rueda Córdoba
Dietista-nutricionista en Myosport Clinic y The Strength Society
Instagram: @marcosnutrition
Bibliografía
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