El ejercicio es un potente estímulo para el sistema inmunitario. De esta forma, una sesión aguda de ejercicio produce un incremento en las células encargadas de defender al organismo de infecciones (los glóbulos blancos) [1]. Sin embargo, tras sesiones de ejercicio de muy elevada intensidad, existe lo que se denomina una “ventana de riesgo” a infecciones, ya que estas células de defensan bajan a niveles menores [1].
En este sentido, se ha demostrado que los deportistas de alto rendimiento tienen un mayor riesgo de infecciones del tracto respiratorio superior (p.ej. resfriado común) los días posteriores al ejercicio de alta intensidad [1]. De forma interesante, de todos los deportistas que acudieron a los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, las afecciones del sistema respiratorio fueron las más comunes [2]. Un total de 310 atletas, correspondiente al 41% de todos los asistentes presentaron alguna alteración o infección del tracto respiratorio [2]. Comúnmente estas infecciones o “debilitación del sistema inmune” se puede presentar en periodos en los que se incrementa notablemente el volumen o intensidad del entrenamiento (p.ej. inclusión de dobles sesiones, incremento duración, etc), periodos de estrés o una mala alimentación (p.ej. baja en energías). Por tanto, el manejo nutricional y de suplementación (p.ej. con omega-3) podría ser una de las estrategias fundamentales para hacer frente a este fenómeno.
¿Qué efectos podría tener el omega-3?
El omega-3 es un ácido graso esencial que debe ser incorporado a través de la dieta, siendo sus principales fuentes el pescado azul, las nueces, las semillas y los suplementos de omega-3. El omega-3 tiene numerosos beneficios para la salud y el rendimiento en el atleta, tal y como hemos mencionado en un artículo previo.
Parte de los beneficios del omega-3 se deben a su función sobre la función inmunitaria ya que presenta acciones anti-inflamatorias y disminuye la producción de moléculas inflamatorias que debilitan el sistema inmunitario [3]. En este sentido, varios estudios han demostrado que la suplementación con omega-3 podría disminuir la producción de moléculas pro-inflamatorias que debilitan el sistema inmunitario tras el ejercicio [4,5]. Además, la suplementación en deportistas podría mejorar la respuesta inmunitaria al ejercicio agudo de alta intensidad [4,5]. En otro estudio, se demostró que la suplementación con omega-3 disminuyó la inflamación bronaquial, reduciendo por tanto el riesgo de posibles infecciones respiratorias [6]. En otras palabras, el omega-3 “reforzaría” las células del sistema inmune, disminuyendo la vulnerabilidad del organismo a esa “ventana de riesgo de infecciones” tras el ejercicio de alta intensidad [7].
Y a nivel práctico, ¿Cómo podría utilizar la suplementación de omega-3 a mi favor frente a posibles infecciones?
Tal y como hemos mencionado, el omega-3 puede ejercer como mediador en la prevención de infecciones. Por tanto, en primer lugar deberíamos valorar si han existido infecciones recurrentes en temporadas anteriores. En el caso afirmativo, trataríamos de identificar los momentos claves en los cuáles solemos “caer enfermos”. Algunos momentos en los cuáles existe una mayor vulnerabilidad podrían ser: i) cambios en el volumen e intensidad de entrenamiento (p.ej. aumento del número de horas de entreno, aumento en el nº de sesiones, etc); ii) momentos de estrés laboral/personal; iii) momentos de la temporada en los cuáles existe un mayor número de eventos competitivos consecutivos (p.ej. un mes con competiciones todos los fines de semana); iv) periodos de corta recuperación entre entrenamientos o eventos competitivos; v) eventos competitivos demandantes de suma relevancia (p.ej. una semana competitiva).
Una vez identificados estos momentos, trataremos de planificar la suplementación previa con omega-3. En este sentido, trataremos de incluir la suplementación entre 6-8 semanas antes del momento de riesgo de infección, para permitir al organismo que almacene la adecuada cantidad de omega-3.
Conclusiones
El ejercicio físico de alta intensidad puede incrementar el riesgo de infecciones debido a una alteración en las células inmuntiarias. Por tanto, la suplementación con omega-3 previamente a momentos de riesgo de infección podría ser útil para disminuir la presencia de estos eventos.
Autor
Lucas Jurado Fasoli – Doctor en Biomedicina (UGR). Dietista-Nutricionista. Investigador postdoctoral en el Instituto Mixto Universitario Deporte y Salud y Departamento de Fisiología, Universidad de Granada.
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Referencias
[1] Pedersen BK, Toft AD. Effects of exercise on lymphocytes and cytokines. Br J Sports Med 2000;34:246–51.
[2] Engebretsen L, Soligard T, Steffen K, Alonso JM, Aubry M, Budgett R, et al. Sports injuries and illnesses during the London Summer Olympic Games 2012. Br J Sports Med 2013;47:407–14.
[3] Maughan RJ, Burke LM, Dvorak J, Larson-Meyer DE, Peeling P, Phillips SM, et al. IOC consensus statement: Dietary supplements and the high-performance athlete. Br J Sports Med 2018;52:439–55. https://doi.org/10.1136/bjsports-2018-099027.
[4] Andrade PMM, Ribeiro BG, Bozza MT, Rosa LFBC, do Carmo MGT. Effects of the fish-oil supplementation on the immune and inflammatory responses in elite swimmers. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids 2007;77:139–45.
[5] Stupin M, Kibel A, Stupin A, Selthofer-Relatić K, Matić A, Mihalj M, et al. The physiological effect of n-3 polyunsaturated fatty acids (n-3 PUFAs) intake and exercise on hemorheology, microvascular function, and physical performance in health and cardiovascular diseases; is there an interaction of exercise and dietary n-3 PUFA intake? Front Physiol 2019;10:469043.
[6] Schubert R, Kitz R, Beermann C, Rose MA, Lieb A, Sommerer PC, et al. Effect of n–3 polyunsaturated fatty acids in asthma after low-dose allergen challenge. Int Arch Allergy Immunol 2009;148:321–9.
[7] Gray P, Gabriel B, Thies F, Gray SR. Fish oil supplementation augments post-exercise immune function in young males. Brain Behav Immun 2012;26:1265–72.