Las pruebas de Ironman suponen un esfuerzo extremo para los triatletas. El estrés fisiológico y las demandas energéticas dependen del nivel de los deportistas, variando dramáticamente según el perfil de éstos. Por ejemplo, en el Ironman de Frankfurt de 2017, los tiempos oscilaron desde las 7 horas y 41 minutos del ganador, a las 14 horas y 56 minutos del último clasificado.
El gasto absoluto en una prueba de Ironman puede superar las 10.000 kcal y el ratio energético (kcal/min) se incrementa conforme aumenta el nivel competitivo del atleta. Un triatleta de élite con un tiempo en un Ironman de 8 horas y 4 minutos gastaría unas 9.626 kcal, es decir, unas 20,1 kcal/min. Un top-amateur, con un tiempo de 9 horas y 6 minutos, tendría un gasto de 9.062 kcal, 16,6 kcal/min. En cambio, un triatleta muy amateur, terminaría en 13 horas, gastaría 10.425 kcal y su tasa energética sería la más baja, 13,3 kcal/min.
Dada la capacidad limitada que tenemos las personas de almacenar carbohidratos, minimizar la depleción de éstos durante la competición debe ser un objetivo en la preparación de un Ironman. Debido a la diferente tasa energética según el nivel competitivo, no se pueden establecer las mismas directrices para un triatleta que termina un Ironman en 8 horas que para uno que lo hace en 14. Realizar sesiones de entrenamiento con baja disponibilidad de hidratos y aumentar la suplementación de éstos durante la competición puede ser una buena estrategia para triatletas de élite. En cambio, aquellos con un rendimiento más bajo (>12 horas), seguir una dieta baja en carbohidratos puede ayudar a disminuir la utilización de CH endógenos, ya que las grasas pueden satisfacer casi completamente las demandas energéticas requeridas.
AUTOR:
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Máster oficial en Fisiología integrativa, Especialista universitario en Entrenamiento Personal, NSCA – CPT.